Y ella se giró, miró para atrás y sintió cómo su cuerpo se petrificaba. Su corazón dejó de palpitar, sus músculos se quedaron rígidos, su mirada perdida, su aliento helado... Ella ya no era ella, era una estatua de sal.
Castigo de Dios, justicia divina. Es el precio que le tocó pagar por su nostalgia, el que nos toca pagar a todos.
La sal, entonces, valía como un metal precioso, como el diamante. Recordando al rey Midas, que lo convertía todo en oro. Ella era una joya, valía su peso en sal, pero no tenía vida, ¿qué valía entonces? No valía nada.
Sangre en mi alfombra y sal en mi sangre. Residuos blancos formando un desierto de dunas, enterrando infiernos, ahogando gemidos.
Dame agua para disolverla, dame agua que apague mi sed.
Tuesday, November 6, 2007
estatua de sal
Publicado por bittersweet los 2:22 PM
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